Jese Owen, el negro que calló a Hitler

Corría 1936. Owens viaja a Berlín para participar con el equipo de Estados Unidos en los Juegos Olimpicos, unos juegos que Hitler pretendía utilizar para demostrar la superioridad de la Alemania nazi. Hitler pensaba que sus arios dominarían con enorme firmeza todas las disciplinas.
 
Owens gana lo que nadie pensaba que podría ganar: cuatro medallas de oro: 100 metros lisos derrotando a Ralph Metcalfe; en salto de longitud, después de que su rival alemán Luz Long le diera algunos consejos; en 200 metros lisos; y en relevos 4×100 metros. La marca de ganar cuatro medallas de oro en unas olimpiadas no fue igualada hasta 1984 por otro atleta negro: Carl Lewis.
 
Pero lo importante de esta historia no son los éxitos de Jesse, sino la foma como gano la medalla de oro en salto de longitud. El 4 de agosto de 1936, Owen se estaba jugando la medalla de oro en Salto de Longitud con Lutz Long (saltador alemán de raza aria). Long iba primero en la clasificación para la final de salto de longitud, mientras que su gran rival, Jesse Owens, realizó dos nulos en sus dos primeros saltos. Un tercero le habría supuesto la descalificación, y una segura medalla de oro para el saltador alemán.
 
Fue entonces cuando éste hizo lo inesperado: se acercó al norteamericano y le aconsejó cómo debía saltar para evitar pisar en la zona prohibida. Owens le escuchó y consiguió en su último intento clasificarse para la final del día siguiente. En ella, saltó 8,06 m, asegurándose un récord olímpico que perduró hasta 1960, y la medalla de oro, mientras que Luz Long saltó una distancia de 7,87 m, logrando la plata. Ambos atletas se dieron la mano y fueron fotografiados juntos hablando amistosamente. Hitler, tras haber sido objeto de comentarios al saludar e imponer las medallas únicamente a los deportistas alemanes en los primeros días de competición, decidió dejar de hacerlo, por lo que no fue él quien colocó las medallas a Owens y Long. 
 
Lutz Long y Jesse Owen mantuvieron una buena amistad hasta que el germano murió en el campo de batalla. Una vez terminada la guerra, Owens viajó a Alemania para conocer a la familia de su amigo. El estadounidense diría de él:
 
"Se podrían fundir todas las medallas y copas que gané, y no valdrían nada frente a la amistad de 24 quilates que hice con Luz Long en aquel momento."